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LA BIBLIA Y SU ESTRUCTURA

La Biblia

Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra. 2 Timoteo 3:16-17, Reina Valera 1960

La Biblia es una palabra de origen griego (el plural de biblion, 'papiro para escribir' y también 'libro'), y significa literalmente “los Libros”. Del griego, ese término pasó al latín, y a través de él a las lenguas occidentales, ya no como nombre plural, sino como singular femenino: la Biblia, es decir, el Libro por excelencia. Con este término se designa ahora a la colección de escritos reconocidos como sagrados por el pueblo judío y por la iglesia cristiana. A la Biblia se le da también el nombre de Sagrada Escritura. En el judaísmo, en cambio, se le designa con la palabra tanak, que en realidad es una sigla formada con las iniciales de Torah, Nebiim y Ketubim, es decir, de las tres partes o secciones en que se divide la Biblia hebrea: La Ley, los Profetas y los Escritos. Descubre La Biblia, (Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

la Biblia es el libro inspirado por Dios para mostrar su voluntad al hombre, es el único libro capaz de cambiar de muerte a vida y de desgracia a felicidad permanente. Es el libro que a pesar de tener innumerables enemigos ha permanecido, porque “El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.” (Mt. 24:35).

Es el único libro que contiene la verdad del pasado, presente y futuro de la humanidad, es el libro que liberó al mundo del engaño y superstición de la religión pagana.

La Biblia contiene la revelación del sacrificio de Jesucristo por amor al mundo perdido (He. 1:1-3), a ello se debe la importancia de conocerla, leerla, estudiarla y vivirla.

La Biblia es un conjunto de libros, que fueron escritos por más de 40 personas a lo largo de un período de 1,600 años, por medio de la inspiración divina (2 Ti. 3:16), no se contradice, es más, los libros se complementan entre sí, formando una sola unidad. Los hombres que escribieron los libros, estaban conscientes de que no escribían por sí mismos, sino que era Dios por medio de ellos, por ejemplo: Moisés (Ex. 3:14), Josué (Jos. 1:1), Samuel (1 S. 3:11), David (2 S. 23:2),

Jeremías (Jer. 16:1, 5, 9 y 14).

La Biblia está compuesta de 66 libros, agrupados en dos partes: El Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, su estructura básica es la siguiente:

  1. El Antiguo Testamento Consta de 39 libros que fueron escritos en idioma hebreo y unas pocas en arameo. Sus 32 autores que procedían de diversos niveles de educación y vocación, que incluía sacerdotes, profetas, jueces, reyes y pastores. Los libros no se escribieron cronológicamente según el orden en que están ahora en la Biblia.

Los libros del Antiguo Testamento están organizados en cinco grupos: Pentateuco, libros históricos, libros poéticos o de sabiduría, profetas mayores y profetas menores, veamos:

A. El Pentateuco

El nombre “Pentateuco” es una palabra compuesta que procede del griego “pente” que significa “cinco” y de “teuchos” que es “herramienta o vaina”, literalmente “cinco volúmenes”; el nombre se aplica a los cinco libros escritos por Moisés. También se les llama “la ley”, “el libro de la ley de Moisés”, “el libro de la ley de Dios” y a veces “la Toráh”.

Está formado por los primeros cinco libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, sus nombres proceden de la traducción llamada Septuaginta, LXX. Los hebreos lo llaman la “Toráh”, que significa ley, y es la primera parte de su Canon.

El Pentateuco abarca cinco temas fundamentales:

  • Cósmico, universal

Explica el origen del universo al dar el relato de la “Causa Primera”, que aparece en el primer verso (Gn. 1:1).

  • Étnico

Describe el principio y la expansión de las tres divisiones raciales del mundo: oriental, negra y occidental.

  • Histórico

Contienen el origen del hombre, siguiendo una línea continua que se remonta hasta Adán.

  • Religioso

Presenta a la persona y carácter de Dios, la creación del hombre y su caída a causa del pecado, el pacto y las promesas de Dios, de redimirlo por medio de un redentor divino.

  • Profético

Contiene muchos de los principales temas proféticos de la Biblia, en una combinación de profecía acerca del Mesías.

B. Libros Históricos

Este apartado consta de doce libros, que abarcan la historia de casi mil cien años, de 1405 a.C a 425 a.C., desde el ingreso a la tierra prometida, bajo la conducción de Josué, hasta el retorno parcial después del cautiverio babilónico. Proporcionan el marco histórico para el resto del período del Antiguo Testamento hasta la época de Nehemías y Malaquías.

Está formado por los siguientes libros: Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías y Ester.

Los hebreos llamaron a seis de estos libros “Los primeros profetas”, estos son: Josué, Jueces, 1 y 2 de Samuel, 1 y 2 de Reyes. Considerándolos como cuatro libros, así: Josué, Jueces, Samuel y Reyes; éstos se contrastan con “Los últimos profetas”, que son: Isaías, Jeremías, Ezequiel y los Doce Profetas (menores) también considerados como cuatro libros. Las palabras “primeros” y “últimos” no se refieren necesariamente a su cronología histórica, . Los primeros profetas constituían el fondo histórico para los últimos profetas. La designación de estos libros de historia como “profetas” pone énfasis en el hecho de que ellos presentan una historia religiosa, o historia con un propósito religioso.

El nombre “Los libros históricos”, de este grupo, es una clasificación general de los doce libros desde Josué hasta Ester. Dramatizan el movimiento histórico de la nación de Israel en Palestina.

Los doce libros históricos son anónimos, fueron escritos o compilados por varios individuos con el don profético, reconocidos como portavoces de Dios. Por lo general, se consideran cuatro de tales hombres como los autores principales: Josué, Jueces, Samuel, Jeremías y Esdras.

C. Libros poéticos y de sabiduría

La Biblia hebrea presenta después de la ley y los profetas la sección llamada los escritos, del hebreo “ketubim”; que, entre otros, está formado por los libros poéticos: Salmos, Cantar de los cantares, Lamentaciones, Job, Proverbios y Eclesiastés.

En la literatura poética se entremezclan diversos géneros de literatura, entre los que ocupa un lugar destacado el género de sabiduría, representado por los libros de Job, Proverbios y Eclesiastés, además de algunos salmos y algunas secciones de otros libros.

Los proverbios suelen presentarse en dos diferentes formas: la amonestación y la sentencia. La primera de ellas se reconoce en seguida por la frecuencia de uso del modo verbal imperativo, empleado para aconsejar y exhortar a los discípulos acerca del camino que deben seguir (Pr. 19:18; 20:13; Ec. 7:21). La segunda, la sentencia, consiste en la breve descripción objetiva de una realidad comprobable, de un hecho sobre el cual no se pronuncia ninguna especie de juicio moral (Job 28:20; 37:24; Pr. 10:12; 14:17; Ec. 3:17; Cnt. 8:7).

Junto a estas fórmulas proverbiales, la Biblia utiliza otros modelos didácticos para latransmisión de sus enseñanzas: el poema de sabiduría (Pr. 1–9), el diálogo (Job 3–31), la digresión en el discurso, como en el caso de Eclesiastés, la alegoría (Pr. 5:15–19) y también la oración y la alabanza, como ocurre con los Salmos.

La sabiduría que tratan estos escritos didácticos tiene un carácter eminentemente práctico. Lo más importante es saber vivir, es decir, comportarse como es debido en las distintas circunstancias de la vida y desempeñar de manera correcta la función que le corresponde a cada uno. Así como el buen artesano posee la “sabiduría” manual que le permite trabajar la madera, forjar los metales, engastar piedras preciosas y tejer bellas telas (Ex. 35:31–35), también el sabio tiene la habilidad, la agudeza y las cualidades necesarias para afrontar con éxito todas las contingencias de la vida.

D. Libros proféticos

Los libros proféticos presentan una clase especial de literatura bíblica escrita con un propósito especial durante los últimos siglos de la historia de Israel en el Antiguo Testamento. Los libros de profecía complementan de muchas maneras los libros históricos. Hablan del juicio venidero y los tiempos mesiánicos para estimular al arrepentimiento y al regreso de ellos a la justicia.

Los libros proféticos están agrupados en dos secciones, de acuerdo a la extensión de sus escritos:

Se les ha llamado “Profetas mayores” debido a que la gran extensión de sus escritos, estos son: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel.

Los profetas fueron parte importante en la historia de Israel, pues eran la voz de Dios instando a un pueblo al arrepentimiento.

Isaías tuvo por misión llamar a los de Judá al arrepentimiento, que resultó en que se salvara del juicio divino durante 30 años. Jeremías intentó hacer lo propio en sus días, pero fue rechazado. Lamentaciones contiene los lamentos de Jeremías porque la gran ciudad, Jerusalén y el pueblo de Judá fueron destruidos debido a que rechazaron al Señor. Ezequiel y Daniel fueron llevados al cautiverio babilónico y profetizaron la restauración de Israel antes de la primera venida de Jesucristo y nuevamente en los últimos días.

La profecía de Daniel ocupa un lugar destacado en el Antiguo Testamento y se compara con el libro de Apocalipsis del Nuevo Testamento.

Asimismo, están los llamados “Profetas menores”; a éstos se les llama “menores”, debido a que sus escritos son cortos. Este grupo está formado por: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. Vale mencionar que en el canon hebreo estos doce profetas forman un solo libro.

Estos profetas fueron levantados por Dios en momentos estratégicos de la historia de Israel, para hacerlo volver de su rebelión. Como se mencionó, se les llama menores porque sus escritos son más cortos y el contenido está limitado a destinatarios directos.

2. Los años de silencio

Entre el final del Antiguo Testamento y el nacimiento de Jesús pasaron más de 400 años, en los que Israel no tuvo profeta que revelara el mensaje de Dios. Por ello se le ha llamado los “años de silencio”, que finalizaron con la llegada del profeta Juan el Bautista.

3. El Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento es el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento se relata lo que Dios habló “en otro tiempo a los padres por los profetas”, pero el Nuevo Testamento relata esa palabra final que habló en su Hijo, en la que toda la revelación anterior quedó resumida, confirmada y adquirió trascendencia. El Antiguo Testamento registra el testimonio de los que vieron el día de Cristo antes que amaneciera, el Nuevo Testamento registra el testimonio de los que lo vieron y lo oyeron en los días de su carne, y que llegaron a comprender y a proclamar el sentido de su venida más plenamente, por el poder de su Espíritu, después de su resurrección de entre los muertos.

Mientras que la preparación del Antiguo Testamento abarcó un período de 1.000 años o más, los libros del Nuevo Testamento se escribieron en menos de un siglo.

El Nuevo Testamento está formado por 27 libros que fueron escritos en griego koiné, se distribuyen en forma natural en cuatro grupos: (a) los evangelios, (b) los Hechos de los Apóstoles, (c) 21 cartas escritas por apóstoles y “hombres apostólicos”, (d) el Apocalipsis.

A. Los evangelios

La palabra “evangelio” viene de una voz griega que significa buenas noticias. Estos son cuatro libros: Evangelio de Mateo, Evangelio de Marcos, Evangelio de Lucas y el Evangelio de Juan.

Cuando, después de la muerte y resurrección de Jesús, los apóstoles y sus discípulos empezaron a anunciar la buena noticia de la salvación que Dios les ofrecía por medio de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, fácilmente encontraron que el término “evangelio” era el más adecuado para designar ese mensaje. Pablo usa este término para referirse al mensaje que él predicaba a los no judíos (Ro. 1:1, 9, 16; 1 Co. 15:1). Marcos también usa esta palabra al comienzo de su libro (Mr. 1:1).

Durante los años siguientes al ascenso del Señor, la predicación apostólica fue sobre todo verbal, como vemos por la lectura de Hechos. Más tarde, cuando empezaron a desaparecer aquellos que habían conocido a Jesús en persona, se sintió la necesidad de fijar por escrito la memoria de las palabras que le habían oído pronunciar y de los actos que de él habían presenciado.

Poco a poco la palabra “evangelio” fue convirtiéndose en la designación técnica de los cuatro relatos de la iglesia apostólica que nos hablan de Jesús, de sus hechos, de sus palabras y de su sufrimiento, muerte y resurrección. De esta manera se habla del Evangelio según San Mateo, San Marcos, San Lucas o San Juan, y también se habla de “los cuatro evangelios”.

Cada evangelio tiene su perspectiva y manera de narrar la historia de Jesús. Estos diversos enfoques se explican por las diversas tradiciones que utilizan, por los diversos grupos de lectores a que se dirigen, y por el carácter propio de cada evangelista.

La mayoría de los estudiosos actuales de la Biblia se inclinan a pensar que el primero de los evangelios que se redactó fue el de Marcos. También piensan que Mateo y Lucas, fueron redactados posteriormente, utilizaron en gran parte a Marcos. En último lugar debió de escribirse el Evangelio de Juan. Todo este proceso literario se desarrolló en la segunda mitad del siglo I. Pero el año exacto en que se redactó cada uno de estos libros es difícil de precisar.

B. Los hechos de los apóstoles

Es la única narración existente de la Iglesia primitiva y de como se difundió el evangelio por todo el mundo conocido hasta ese entonces, haciéndose notar palpablemente la presencia del Espíritu Santo en todos los hechos. Fue escrito por Lucas, el médico amado, notándose en sus letras, la meticulosidad y precisión del investigador.

Es la continuación del Evangelio de Lucas. En su primera obra, el autor quiso exponer “todo lo que Jesús había hecho y enseñado” (Hch. 1:1). Ahora, en su segundo libro, quiere mostrar que la historia de Jesús no terminó con su muerte, resurrección y ascensión al cielo, porque Él sigue actuando entre los hombres. Los apóstoles y otras personas escogidas por Dios, entre las que destaca Pablo, dan testimonio de esa presencia activa y permanente de Jesús. Dios, en cumplimiento de las promesas que había hecho a Israel, envía su Espíritu y va constituyendo el nuevo pueblo de Dios, compuesto por hombres y mujeres de todas las naciones.

El título “Hechos de los Apóstoles”, que tradicionalmente se ha dado al libro, no proviene del autor y refleja solo parcialmente el contenido de la obra. Esta no pretende ser una historia de todos los apóstoles. De estos solo menciona detenidamente a Pedro, en los primeros capítulos, pero sin hacer un relato completo de su actividad. Después, Pablo pasa a ser el personaje principal.

El contenido del libro admite diversos análisis, basados en los movimientos de sus personajes más importantes. Desde esta perspectiva histórico-geográfica puede dividirse el relato en tres etapas diferentes:

  • Primera etapa

Jerusalén (2:1–8:3) Después de la resurrección y del ascenso de Jesús al cielo (1:4–11); Jerusalén es el escenario de la formación del núcleo cristiano más antiguo de la historia (1:12–26); allí vino sobre los discípulos el Espíritu Santo (2:40), y allí se dieron los primeros de la iglesia (2:41–8.3).

  • Segunda etapa

Judea y Samaria (8:4–9:43) La persecución contra los cristianos desencadenada tras el martirio de Esteban (6:8–7:60), obligó a muchos de ellos a salir de Jerusalén y dispersarse (8:1). Ese hecho favoreció la propagación del evangelio, que ya había alcanzado diversos puntos de Siria y Palestina (8:4–6, 25, 26, 40; 9:19, 30–32, 35–36, 38, 42–43).

  • Tercera etapa

“hasta lo último de la tierra” (10:1–28:31).

C. Las epístolas

Se llama “epístolas paulinas”las epístolas que se atribuyen al apóstol Pablo, estas son: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón. Son trece en total. Fueron escritas a alguna persona determinada (cartas pastorales), o a una iglesia en particular por algún motivo especial.

Como parte de las epístolas, está la epístola a los Hebreos, el autor, según muchos estudiosos de Canon Bíblico, fue el apóstol Pablo.

Ahora bien, De acuerdo con ciertas características comunes, se pueden agrupar las epístolas en la siguiente estructura:

  • Primeras epístolas

1 Tesalonicenses y 2 Tesalonicenses. Hace referencia a la época en que fueron compuestas. No solo se considera que sean los escritos más antiguos del apóstol Pablo, sino incluso de todo el Nuevo Testamento.

  • Grandes epístolas

Romanos, 1 Corintios, 2 Corintios y Gálatas. Entre ellas se incluye Gálatas, a pesar de la brevedad del texto. La razón está en su cercano parentesco temático con Romanos, lo cual requiere considerarlas juntamente.

  • Epístolas de la prisión

Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón. Cuando Pablo redactaba estas cartas, se hallaba cautivo en algún lugar que no ha logrado determinarse.

  • Epístolas pastorales

  1. Timoteo, 2 Timoteo y Tito. Corresponden a un tiempo en que el cristianismo, habiendo ya progresado, necesita ordenar administrativa y pastoralmente su vida y su trabajo.

  • Una epístola a los Hebreo

D. Siete epístolas universales

Adicionalmente, existen las siete epístolas llamadas “epístolas universales” que fueron escritas en forma general para resolver necesidades específicas, éstas fueron escritas o dictadas por Santiago, Pedro Juan y Judas, éstas son:

Santiago, 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan y Judas. Se refieren a aspectos doctrinales generales, necesarios para el pueblo de Dios en todas las épocas.

Santiago, 1 Pedro, 2 Pedro, 1 Juan, 2 Juan, 3 Juan y Judas. Este título comenzó a aplicarse en el siglo II, cuando aún estaba formándose el canon de los libros del Nuevo Testamento. Significa que las siete cartas del grupo. excepto 2 Juan y 3 Juan, que fueron incluidas aquí por su parentesco con 1 Juan, no están dirigidas a un destinatario determinado, sino a la generalidad de los creyentes.

E. Profecía El Apocalipsis

trata de la revelación que recibió el apóstol Juan en la isla de Patmos, está relacionada a los eventos del final de los tiempos, de la destrucción total y final del diablo, del juicio eterno de las naciones, del reinado universal de Jesucristo juntamente con aquellos que le fueron fieles.

Este libro, al igual que el resto del Nuevo Testamento, fue redactado originalmente en griego; es un mensaje dirigido, en primer lugar, a iglesias concretas, a comunidades cristianas contemporáneas del escritor. A ellas les anuncia que Cristo ha cumplido, en todos sus términos, el plan redentor dispuesto por Dios. Pero el valor de este mensaje va más allá de la época del profeta; tiene un alcance general: Cristo, vencedor del mal y de la muerte, asocia a su victoria a todos los creyentes, ya aquí y ahora, mientras están aún sujetos a las realidades del mundo actual.

El Apocalipsis testifica de la resurrección de Jesucristo, acontecimiento vertebral de la fe y del anuncio del evangelio (1 Co. 15.14–17), y signo de la presencia del reino de Dios. Es un testimonio expresado en un lenguaje característico, rico en símbolos, imágenes y visiones, elementos con los que el autor compone un drama cuyo ámbito es el universo entero.

Este lenguaje corresponde al género literario llamado “apocalíptico”. Los profetas del Antiguo Testamento, como Isaías (24–27), Joel (2), Ezequiel (1 y 40–48) y, sobre todo, Daniel (7–12) y Zacarías (1–6) utilizaron ese género literario, el cual alcanzó su mayor divulgación en los medios judíos a partir del siglo II antes de Cristo.

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proverbio 1:7

El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.
Amonestaciones de la Sabiduría

Jer 33:3

 

Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.

salmos 27.1

 

Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré?
Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?

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